Desde mi lugar de ciudadano argentino quiero compartirte estas reflexiones acerca de nuestro himno nacional argentino, o mejor dicho, de la pequeña parte del himno que gustamos de cantar. Que también sea una invitación para buscarlo y leerlo entero, a ver que nos invita a practicar.
Y no te olvides que lo que escuches no es idealismo; abrí los ojos y date cuenta que el idealismo es pretender seguir viviendo en un sistema salvajemente capitalista. Eso es una utopía, un imposible de lograr. Torpe o mejor dicho, boludo es aquel que habiéndose golpeado cientos de veces sigue queriendo atravesar la pared, teniendo al lado una puerta.
Oíd mortales, el grito sagrado. Libertad, libertad, libertad
El grito de todas las naciones tiene que ver con la liberación y la libertad. Una libertad que extermine todo tipo de cautividad, esclavitud y miseria.
Oíd el ruido de rotas cadenas
Las cadenas de la injusticia sistemática que nos propone todo tipo de corrupción. Y cuando hablamos de corrupción, no hablamos solo en el ámbito político, sino que también en todos los órdenes de la vida social. Los argentinos, como todas las naciones, debemos seguir intentando romper con nuestras propias cadenas injustas que oprimen a nuestro prójimo.
Ved el trono a la noble igualdad
La igualdad es el sello del Dios Abba, el Dios papá de todos, creador de una Tierra inmensa para todos; que nos lleva como vencedores a su trono (Ap 3, 20-22). Así nos hizo a imagen de él; no le devolvamos el favor haciendo un dios a nuestra imagen, animémonos a ser los brazos de Dios en la patria, con la mirada puesta en los más débiles, los que siempre quedan al borde del camino. El trono del reino del que habla Jesús, es el de una patria hermanada, despojada de orgullos y mezquindades.
Ya su trono dignísimo abrieron, Las provincias unidas del sur
El trono quedó abierto para ser compartido entre todas las provincias unidas. Decidimos entre todos y buscamos justicia entre todos; no busquemos un trono donde el poder económico nos domine. En este tiempo de crisis por la pandemia nos podemos dar cuenta de que el sistema que hemos creado en el mundo, no vive la unidad sino el egoísmo de salvarse a costa de pisar la cabeza del otro.
Y los libres del mundo responden
Y cuando logremos la unidad sí que otros podrán gritar que los argentinos somos verdaderamente libres, pero primero debemos gritarlo nosotros en la carne, en el obrar de todos los días. Argentina no es un nombre sino el rostro de más de 44 millones de hijos de Dios, distintos entre ellos, amigados y peleados, vencidos y vencedores. O nos unimos o los de afuera nos matan, sea el virus invisible o los monstruos visibles que acogotan a la sociedad. Pero también vale decir, que dentro de nuestra patria Argentina, está el monstruo amante de las cadenas oxidadas. No robes, no tomes lo que no es tuyo, no cobres de más para salvarte más rápido, no mates, no aniquiles los sueños de los más humildes, no asesines a tu hermano; no desprecies la piel ni mutiles la esperanza. No te enriquezcas a costa de los pobres. No hagas de las cárceles un infierno que engendra corazones violentos. No te olvides de tus pecados, aquellos que nadie conoce. La verdadera libertad es que nuestros hijos vivan una patria con derechos inalienables.
Al gran pueblo argentino salud
Quiero salud para nuestro pueblo. Y ella se consigue con buenas escuelas y universidades, con trabajos dignos y salarios justos, con alimentos accesibles para todos los ciudadanos, hijos de esta tierra bendita. Buena salud a base de hospitales donde llegan todos los insumos necesarios.
Sean eternos los laureles Que supimos conseguir
¿Qué laureles nos llevaremos? Los de haber hecho un cambio radical en nuestra patria diciéndole al mundo que hemos fallado en los sistemas imperialistas que dejan miles de muertos. ¿Qué laureles queremos que recuerde el mundo? El de una Argentina que abrace sus propias miserias y se asuma humanamente necesitada de conversión y transformación. No importa qué religión, pero sí importa el dios que pongamos por delante. Si el dios que pretendemos seguir es el del dinero, no seremos más que un virus social; pero si por delante de nuestras narices ponemos a un Dios que busca la justicia con mano fraterna, sí que seremos el ejemplo del planeta, sí que conseguiremos los laureles de haber sido humanos y hermanos entre nosotros.
Coronados de gloria Vivamos
Esa es la gloria que necesitamos los argentinos, el canto de victoria final, el de sabernos pequeños en una tierra inmensa. La gloria de los argentinos es que vivamos en una patria equitativa donde podamos mirarnos a los ojos cada uno, sin vergüenza ajena, sin creer que el otro puede convertirse en mi enemigo. Seguimos lejos, pero estamos más cerca de lograrlo.
Ooh juremos con gloria morir
La gloria con la que quiero que mueras es con aquella que entiende y experimenta la cruz del prójimo, del vecino, del conciudadano. Jurar en vano es una vergüenza; el juramento es para los libres, para los que se juegan la vida poniendo la palabra, su palabra en la mesa. Lo más preciado que tenemos es la palabra que nos interpela y nos hace cargo de nuestras responsabilidades. Los cobardes no pueden jurar porque no tienen palabra, no reconocen igualdad en el rostro del hermano. Aprendamos a jurar que nuestra gloria será cuando no haya más empobrecidos ni corruptos; cuando ganar sea signo de que todos como comunidad hayamos ganado.
Que el Señor de la vida bendiga nuestra Patria, Argentina
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