viernes 5/5/2023 20:50 hs Argentina.
Qué llamativo es escuchar en una plataforma de poder, emitir una opinión de actualización de la escuela para que ésta pueda decir algo actualizado a los niños y adolescentes de hoy. Que cómico oír a los constructores de malas ideas hablar sobre la educación infantil y juvenil, siendo ellos, grandes responsables de la formación de opinión pública. Claramente que la escuela debe actualizar su currícula de conocimiento y asegurarse que está preparando personas para algo. ¿Pero para qué? Considero que la escuela tiene que formar en todos los saberes humanos, pero sobretodo en los saberes espirituales, aquellos que nos enseñan a revisar el interior profundo del alma humana.
No creo que la inteligencia artificial sea más perjudicial que los noticieros y programas de TV y plataformas que degradan la mente. No creo que el chat GPT sea más asesino que otras redes que intentan bloquear el arte del pensar humano. No creo que los nuevos motores de búsqueda en internet logren superar el desquicio humano de la corrupción.
Si los alumnos ya no quieren estudiar no creo que sea por culpa de esta nueva tecnología sino más bien por la falta de sentido que provocan las políticas sociales y económicas del mundo actual que nos hacen sentir zombies y próximos a la muerte eterna. Si los jóvenes pierden sus ganas de pensar lo es porque no hay una sociedad que los cobije, un sistema que los incluya, una vida adulta que los invite a ser felices con lo sencillo. Tal vez estemos encontrando una excusa que nos permita inventar un enemigo para resolver nuestras irresponsabilidades y angustias.
Un místico del siglo XIX, Guillermo José Chaminade, fundador de la Familia Marianista decía: “Lo esencial es lo interior”. Esa pequeñísima frase es un poema de protesta para hoy. Frente al salvajismo que los sistemas imperantes proponen, las escuelas tendrán que buscar en las tradiciones místicas a ver si encuentran algo favorable para salvar al ser humano de su propia fagocitación. Tenemos muchos tesoros frente a nosotros, sabidurías ancestrales que han sido avasalladas por la voraz mentira del éxito y los likes. En mi país, muchos jóvenes no quieren estudiar porque se han cansado de ver al mundo adulto quejarse de todo sin mover un pelo por cambiar la sociedad. En mi país, todavía vemos personas que viven en la calle, niños que se drogan para salir del infierno que viven en su contexto más íntimo. En mi país los ancianos están descartados y mendigan que alguien los mire y les hagan sentir que todavía la vida vale en algo. En mi país los ignorantes de las virtudes tienen altos cargos en la política y la justicia, en los bancos, las mega empresas, la verdulería, los boliches, va en todos lados estamos. En mi país los jóvenes se matan a patadas porque… ya no sé por qué.
Pero en mi país también tenemos bajo tierra aquellas tradiciones que pueden salvarnos. Bajo tierra tenemos muchas semillas que hacen brotar corazones compasivos, dispuestos al servicio y a mirar a los ojos a las personas sufrientes. En mi país también trabajamos para hacer de la escuela el lugar de salvación de tantos que no se sienten amados en sus casas. En mi país también nos gusta estudiar con el Chat GPT y más allá de él, porque sabemos que el conocimiento intelectual nos hace crecer, primero como personas, más luego como académicos. Las modas son modas, pero pueden ser muy peligrosas. Revolucionar a la población con los posibles peligros de la inteligencia artificial no es más que dejar a un lado nuestra responsabilidad de construir nuevos puentes de igualdad. En mi país y el tuyo hay de todo, están los que trabajan por la paz y están los que trabajan por el poder.
Si pudiéramos quitarnos el antifaz de la soberbia nos daríamos cuenta que cualquier tecnología venida del ser humano podría servirnos para vivir mejor. El problema es de orden moral, como casi todos los problemas de la bendita humanidad. Para sanar esa enfermedad debemos volvernos hacia aquello que el materialismo tildó de no sé cuántas cosas: la vida espiritual. Ojo, la vida espiritual no necesariamente se vive dentro de las religiones. Habrá comunidades que lo pueden vivir y otros reductos religiosos que no hacen más que manchar sus manos de sangre por sus múltiples fundamentalismos. La espiritualidad es la esencia de las personas, porque somos eso; cuerpos espirituales, atendé bien, no somos fantasmas, somos espíritu con materia o materia espiritual, da lo mismo. Eso quiere decir que estamos llamados a la exploración de los múltiples felices sentidos que tiene el existir. Lo primero será revisarnos interiormente, y una vez reconocidos en nuestras miserias y virtudes podremos reconocer al prójimo como fraternidad. Y sabés qué, si te queda más tiempo de vida, tocará un buen refresco buscando a Dios, ese encuentro espítu-material es lo más sabroso a lo que ha llegado nuestra especie. Porque nos llama a amar la Tierra y el universo entero. El encuentro con Dios es la vocación que hace que la humanidad, muchas veces sin proclamar que Dios existe, se arrodille frente al misterio de la vida de los vecinos, los que me cruzo en el mercado, el subte, la calle, la escuela y la casa. Ojalá la inteligencia artificial nos demuestre que nuestra inteligencia espiritual es lo más potente que haya aparecido en nuestra galaxia. Nada importa más que las grandes virtudes que hacen del ser humano la mejor obra de arte jamás pensada. Ama y haz lo que quieras.
Esto es EzerYah producciones, gracias por llegar hasta el final.
Si quieres verla en video, ven aquí:
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