¿Por qué será que muchos humanos gustan hablar del infierno? Pero más todavía, ¿por qué será que en el cristianismo abunda en algunos corazones esta idea tan demencial?
Hace muchos años vengo lidiando con este tema, y hoy quiero compartir, algo de lo que sucede en mi sentir de la fe. Trata de no cansarte, no es sencillo; tal vez por eso pido tu atención. El postulado dice así: “después de la muerte, si te arrepientes de todos tus pecados, podrás vivir en el cielo, si no lo haces y eliges no estar con Dios, vivirás eternamente en el infierno.”
Algunos argumentos van por el camino de la libertad, creyendo que Dios te hace libre para decidir por él o no. Es un punto interesante, no digo que no, pero parece estar hablando de un dios muy menor, todo eso. En la Biblia, entiendo que la libertad no se comprende como en el derecho, no se trata de una libertad en lo jurídico. La Biblia, plantea un camino distinto. En un momento donde Dios le habló al pueblo hebreo acerca de la tierra prometida, le dijo:
Hoy tomo por testigos contra ustedes al cielo y a la tierra; yo he puesto delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Elige la vida, y vivirás, tú y tus descendientes, con tal que ames al Señor, tu Dios, escuches su voz y le seas fiel. Porque de ello depende tu vida y tu larga permanencia en la tierra que el Señor juró dar a tus padres, a Abraham, a Isaac y a Jacob.
(Dt 30,19-20)
Hasta aquí la cita del libro del Deuteronomio. Elegir la vida nos hace libres en Dios, no está hablando del cielo, habla de una vida ética, social, de lo cotidiano. Es muy fácil manipular el texto bíblico y llevar estos dos versículos al mundo del cielo después de la muerte. Pero el texto no hace referencia al después de la muerte sino al hoy en el mundo. Estamos puestos en este mundo para hacer el bien, para elegir la vida que propone Dios. Pero al ser un tema tan delicado, el Nuevo Testamento lo vuelve a retomar, también en clave social dentro del mundo:
Porque el que era esclavo cuando el Señor lo llamó, ahora es un hombre libre en el Señor; de la misma manera, el que era libre cuando el Señor lo llamó, ahora es un esclavo de Cristo. ¡Ustedes han sido redimidos y a qué precio! No se hagan esclavos de los hombres.
(1Cor 7,22-23)
Hasta aquí la cita de la Primera carta a los Corintios, escrita por Pablo. Te comparto algunas conclusiones a las que puedo llegar con los consejos paulinos. Siendo que Saulo era un fariseo, comprendo su fanatismo, tanto en su tiempo de Saulo como en su tiempo de Pablo cristiano. Pero algo me ha llamado la atención desde hace años. La libertad cristiana no se comprende en hacer y elegir lo que uno quiere; Dios no nos hizo libres en esa orientación. Al modo de Pablo en Corintios, me animo a argumentar que solo se es libre, “cristianamente hablando y en metáforas”, haciéndonos esclavos de Cristo. Es decir, solo se es libre en una vida orientada hacia el bien. Si el cielo es de Cristo, entonces habrá que hacerse esclavo de él, es decir, servidor y amigo de él. Bueno, no tan así. Porque el cielo es el Rescate de Dios a toda la Creación, entonces habrá algo más que no se resuelve solo en la libertad. Porque, a decir verdad, el único libre y soberano de la libertad, es Jesucristo, Dios hombre. Quiere decir que del otro lado, no se jugará tu libertad, tal como lo entendemos de este lado de la vida. Pero ponele que sí, juguemos a que sí. Imaginemos que no consideras lo que te acabo de comentar sobre la libertad y que te gusta seguir pensando que del otro lado seguirá jugándose tu libertad de elegir vivir junto a Dios o ir al infierno. Salvar a Dios en esta no podría ser algo así como “Dios quiere que todos se salven pero cada quien elige libremente”. Eso también pertenece a la idea de un dios que es muy lejano al Dios que presenta Jesús. Si el cielo es fiesta, Dios se las va a arreglar para conseguir traje para todos. Te explico. Yo tengo un amigo que es mecánico de automóviles. En su taller hay muchas herramientas, de esas que ni sé cómo se llaman ni para qué sirven, y mira que yo tengo las mías y me gusta mucho arreglar cosas. Cuando yo lo visito con mi problema, aunque yo no quiera o no sepa arreglarlo, para él es una sencillez, sabes por qué, porque tiene todas las herramientas. No te quedes en eso de que yo voy queriendo arreglar el problema mecánico, no pasa por ahí la aproximación con el cielo. Lo que quiero considerar es que Dios tiene todas las herramientas para hacerte elegir el cielo, nunca el infierno. Dios es el gran soberano de la mecánica, tiene una llave para cada pecado, para cada sombra, para cada vulnerabilidad, para cada miseria, para cada miedo. No se le pasa un detalle. Sabes por qué, porque Dios es siempre más grande que nuestras posibilidades finitas.
En la idea de un infierno después de la muerte, hablamos más de nosotros que de Dios. Piénsalo así. Si de este lado del mundo alguien puede convencer a una persona de vivir orientada hacia el mal, por ejemplo, alguien puede corromper la mente de otro y transformarlo en un vendedor de drogas, en un asesino, en un mentiroso, lo que imagines. Pensá bien, cuánto más Dios, cara a cara, porque recordá que veremos cara a cara al gran misterio de amor. Del otro lado seguiremos aprendiendo; y si el problema de esto es la libertad, Dios sabrá persuadirnos mucho mejor que lo que hace un ser humano de este lado de la vida.
Nunca dejes de recordar que a Dios no se le pierde para siempre ni una oveja, yo no sé cómo lo hace, supongo que si estás oyendo esto, es que tampoco lo sabés; pero no creas que Dios es un tonto, seamos más fuertes en el decir: Dios no es ningún imbécil al que se le puede pasar por alto una manera, una forma de sanar a alguien.
El problema es nuestra idolatría, el creernos muy diositos. ¿Y eso, a qué viene? Lo digo porque como nosotros a veces nos vemos incapacitados de convencer a alguien que vuelva al camino del bien; elevamos esa idea al cielo y creemos que Dios es igual a nosotros y que no podrá. Sabio consejo: Dios no es imbécil ni falto de creatividad.
Otra cuestión a recordar es el perdón y el arrepentimiento. Dejemos de creer que el arrepentimiento es el pago que hacemos para recibir el perdón. Al menos, en la teología de Jesús, eso no es cierto. Te recuerdo el episodio más duro de su vida: la crucifixión, el dolor de la risa violenta del imperio frente al asesinato del nazareno. Gracias a Lucas tenemos esa bendita frase:
Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen«. Después se repartieron sus vestiduras, sorteándolas entre ellos. (Lc 23, 34)
Grabáte bien la frase, tatúatela en la mente y el corazón. Jesús muere perdonando. Jesús crucificado está perdonando a sus verdugos, pero hay algo raro, ninguno se está arrepintiendo, al contrario, luego de la frase de perdón, ellos se sortean la ropa del desnudo Jesús, a modo de broma macabra. A esos está perdonando, a esos hijos de puta, diríamos nosotros. Es todo un signo, el Dios encarnado, perdona sin necesidad de arrepentimiento. Perdona porque está enamorado de sus hijos, de los buenos y de los hijos de puta. Hay que decirlo sin miedo. Dios nos ama incondicionalmente, así como somos y no como deberíamos ser, porque nadie es como debería ser. Siempre le robo esta frase a Brennan Manning. Mal que nos pese, del otro lado estarán todos, sí todos, claro que sí, esos que estás pensando también. Pero habremos aprendido del maestro cara a cara, del gran persuasor, del gran amador que convierte todo lo que toca.
No digo que con esto te haya convencido, pero vamos bien. Hablemos desde el amor; tal vez allí podamos llegar mejor a puerto. Pero si nunca te enamoraste no sigas escuchando. Viste que el enamoramiento no distingue muy bien todo lo que hay en el corazón del otro. Es así de extraño, podemos enamorarnos de personas que -estando cuerdos- no elegiríamos. Y lo que sucede luego del enamoramiento es que afloran las miserias, o, mejor dicho, nos damos cuenta de lo que siempre hubo, pero no queríamos ver, porque no convenía ver. Así funciona el amor erótico, el amor de pareja. Es un poco loco, pero luego, cuando la vida toma otro color, no nos basta el enamoramiento, el eros debe hacerse recíproco, trabajando mutuamente. Lo que sucede es que Dios, además de ser Eros, también es Filos, y también es Storgé; y también es Ágape. Dios contiene todas las formas del amor. Aunque te parezca extraño, sí, Dios también es eros, porque es posesivo, y como tal no dejará que te pierdas, porque sos y somos su posesión, su herencia. Pero vuelvo al principio del problema, si a vos se te juega la libertad, quedate tranquilo que te va a enamorar libremente, porque además del Eros, usará su amor de padre y madre, el que llamamos storgé; y también usará el amor de amigos, llamado filos, y usará su amor deslumbrante que no necesita reciprocidad, el que llamamos ágape.
¿Pero entonces hablamos de que no puede haber otro lugar luego de la muerte que no sea cielo? La propuesta no es solo mía, soy heredero de la tradición bíblica que en el salmo 139 el poeta reza así:
¿A dónde iré para estar lejos de tu espíritu? ¿A dónde escaparé de tu presencia? Si subo al cielo, allí estás tú; si me tiendo en el Abismo, estás presente. Si tomara las alas de la aurora y fuera a habitar en los confines del mar, también allí me llevaría tu mano y me sostendría tu derecha. Si dijera: «¡Que me cubran las tinieblas y la luz sea como la noche a mi alrededor!», las tinieblas no serían oscuras para ti y la noche será clara como el día.
(Salmo 139,7-12)
Jeje, no estás frente a un Dios impotente, demos vuelta la cuestión. Somos impotentes frente a un Dios todopoderoso en amor y misericordia. Entonces, ¿aunque no haga los deberes iré con Dios? No tiene sentido, dicen algunos. Claro, si el sentido es el mérito para el amor de Dios, solo estoy jugando con una pata del amor. Tenemos que comprender que nuestras relaciones humanas no bastan para describir el amor de Dios. Yo entiendo que, al pensar en los amores, uno se centra en lo que conoce como experiencia. Vos podés amar a alguien en pareja sólo cuando ese amor es recíproco, pero así no funciona con Dios. El amor de pareja sí que es meritorio, solo se sostiene sanamente en la reciprocidad, si no, no funciona.
La novela “la Cabaña”, de Paul Young, creo que pronunció una de las frases más emblemáticas para tratar este tema de hoy. En boca de Jesús dice lo siguiente:
“La mayoría de los caminos no llevan a ninguna parte. Lo que eso significa es que yo recorreré todos los caminos para salir a tu encuentro”. (p. 196)
Y también dijo:
“El dolor tiene poder para cortarnos las alas e impedirnos ser capaces de volar. Pero yo soy Dios, soy el que soy y a diferencia de ti, mis alas no pueden ser cortadas.” (p. 106)
Que gran sabiduría la comprendernos frente a este Dios de Jesucristo.
No dejemos de sorprendernos del inmenso amor de Dios hacia nosotros. Al final de la muerte, vendrá la vida eterna, dotada de amor y sanación. La experiencia será fascinante.
¿Dónde iremos Señor? No hay lugar posible fuera de tus manos, fuera de tus abrazos, aunque me esconda en el abismo, enojado por el odio que he recibido, vos me buscarías una y mil veces, porque sos dócil y paciente. Por eso te amo, te amo con locura, porque sé de lo que sos capaz conmigo y mis hermanos, toda la humanidad, de buscarnos y encontrarnos cuantas veces sea necesario. Te alabo Padre mío y me sorprendo de tu amor hacia mí.
Señor mío y Dios mío, pongo en tus manos mi oración por los corazones del mundo, para que podamos saborear en la tierra ese inconmensurable amor que seguiremos recibiendo en tu cielo. Amén.
Esto es EzerYah producciones, muchas gracias por llegar hasta aquí.
Escribo esto el día 16/10/2022, Día de la Madre en Argentina
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